Santiago de Compostela
Hablar de los orígenes de la ciudad es hablar de la leyenda que envuelve el hallazgo del sepulcro del Apóstol Santiago. Cuenta la tradición, que en el año 813 el eremita Paio vislumbró unas extrañas luces en forma de estrellas sobre la cima del monte Libredón. Este inusual fenómeno fue puesto en conocimiento del obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien acompañado por un séquito de confianza, descubrió en el lugar un monumento funerario que contenía tres cuerpos, uno de ellos con la cabeza seccionada y una inscripción que decía:
«Aquí yace Iacobus, hijo de Zebedeo y Salomé».
Según se cree, el Apóstol regresó a Palestina después de haber estado predicando en España y fue torturado y decapitado por los judíos en el año 44 que también prohibieron darle sepultura.
Sus discípulos, en secreto, embarcaron el cuerpo y la cabeza de Santiago y arribaron a tierras gallegas en Iria Flavia donde enterraron su cuerpo en un compostum en el cercano bosque de Liberum Donum. Tras las persecuciones y prohibiciones de visitar el lugar, se olvidó la existencia del mismo, hasta su descubrimiento en el siglo IX. En base a este suceso se llamaría al lugar Campus Stellae, o Campo de la Estrella, de donde proviene el actual nombre de Compostela.